<body><script type="text/javascript"> function setAttributeOnload(object, attribute, val) { if(window.addEventListener) { window.addEventListener('load', function(){ object[attribute] = val; }, false); } else { window.attachEvent('onload', function(){ object[attribute] = val; }); } } </script> <div id="navbar-iframe-container"></div> <script type="text/javascript" src="https://apis.google.com/js/platform.js"></script> <script type="text/javascript"> gapi.load("gapi.iframes:gapi.iframes.style.bubble", function() { if (gapi.iframes && gapi.iframes.getContext) { gapi.iframes.getContext().openChild({ url: 'https://www.blogger.com/navbar.g?targetBlogID\x3d9797740\x26blogName\x3dAcqua\x26publishMode\x3dPUBLISH_MODE_BLOGSPOT\x26navbarType\x3dBLUE\x26layoutType\x3dCLASSIC\x26searchRoot\x3dhttps://masagua.blogspot.com/search\x26blogLocale\x3des_AR\x26v\x3d2\x26homepageUrl\x3dhttp://masagua.blogspot.com/\x26vt\x3d-3585669719537124409', where: document.getElementById("navbar-iframe-container"), id: "navbar-iframe" }); } }); </script>

19 agosto 2005

Papeles de arroz

Rita canta retazos. Letras que me prestan por momentos entre los desintereses de ellas. Y yo garabateo algunas palabras con aires de soberbias, a las que los escribientes ensalcen de geniales.
Mientras paso el tiempo, cuidadosamente, como aquel que lee un libro prestado y teme romper una de las livianas hojas de papel de arroz o peor aun, como el que ama el libro por el libro mismo y cualquier contacto con él, le parece sucio casi perverso.

Duermo de a ratos. Duermo cuando mi cabeza no me lastima con postales .Y ¿cuándo no duermo? Desvío mis horas, me escapo hacia donde las personas no duermen. Desfallezco ante el agotamiento de una musa trasnochada que aun busca esa palabra en alguna droga.
Entonces, me atrapa de nuevo el día. Correr, pasear y de nuevo correr, pasear, escapar. Esta habitación fría, más tibia que aquel mentiroso y prometedor invierno. Y esas verdades rozan, me rozan. Descubro que no hay juego. ES.

Otro escribe palabras y más palabras. Me las da, me las regala, me las ofrece. Las trago, las mastico, las devuelvo. Y este papel asquerosamente blanco toma tintes estomacales, acordes de perfumes repetidos. Y ahora que estoy allí, ya no importa. Antes de ahora, estoy allí, durmiendo. Esperando que deje de sonar esa radio fastidiosa y un casi penúltimo: “no escucho más”. Me voy al centro de mi misma y lo dejo todo, allí, en ese lugar revuelto, sofocado…medias, saco, bufanda. Todo lo que no puedo desprender de mi piel se parasita allí/ahí para dejarme ir. Dejarme ir de mí y agotar mis pupilas claras, lisas...vencerme, vencerte…serme fiel. Sin razones. Hoy no hay excusas.