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30 octubre 2005

Explicaciones innecesarias ( sin destinos)

Ella escapa. Se escurre entre los dedos suaves de aquellos que dibujan rayuelas y tiran cartas en la puerta de las noches de su alma.
Abre su paraguas ante de que alguna pupila inquieta la encapsule un instante e intente conquistarla en un murmullo creador. Entonces, habla y habla y nada. Se desdice en las voces de todos, en las voces de sus nadies.
Viaja.
Vuela. En horas vespertinas hacia habitaciones fastidiadas de mujeres, de señoritas bonitas envueltas en historias de sapos y serenatas de fin de siglo.
Un libro se desprende de la pila de diarios. Él promete unas palabras claves de su Historia. Ella espera, siempre espera que lea sus palabritas-remedios para poder dormir tranquila, al menos callada.
Sus otros se desvanecen después de la última instantánea y se hace torpe antes los sentimientos. A veces llueve cansado en sus dedos, a veces llueve cansado en sus palabras. Salpica.
Despierta una partícula de perfume de voz. -----------, tal vez NO.
Y las mañanas son cómplices perversos para aquellos que duermen de noche. Lo envidia, siempre, en todas las vidas. En esta lo descuartiza y duerme con una de sus huellas cada noche. Una, ninguna. Tal vez sea hora de decir la verdad.
Los rastros de sus atajos se fueron temprano y la nota voló detrás de él al cerrar la puerta ¿La llave? Una sola, no hay copias. No perdamos al Tiempo en buscarme, se cierra de adentro.

3 Comentarios:

Blogger Maru dijo:

Me gustó mucho, muy bueno...
Saludos...

30 octubre, 2005  
Anonymous Anónimo dijo:

No puedo evitar sospechar que la protagonista de muchos (o casi todos (o todos)) de estos textos es la misma. Me llama la atención la frecuencia de la fuga, del escape, de la huída, aún en circunstancias deseadas.
Las noches que asustan por su oscuridad y las mañanas que lastiman con sus brillos y sus horarios y su falta de respeto a los que viven a destiempo.
Las llaves únicas, las llaves pequeñas con ojos triangulares, llaves que abren y cierran puertas (y otras cosas también), que descansan entre otros recuerdos en un estante, como testimonio de una apuesta ganada (o empatada) que quizás algún día tenga una revancha.

31 octubre, 2005  
Blogger Agua dijo:

Siempre preferimos determinado momento del día en el que nos sentimos más seguro.Puertas adentro es más seguro,aun cuando allí mismo sea pura incertidumbre.
Las llaves suelen perderse o inutilizarse cuando sólo se convierten en recuerdo.
La revancha siempre está presente en la apuesta misma.

02 noviembre, 2005  

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