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17 noviembre 2005

Sin trucos de magia

"Si los diamantes son peligrosos
prefiero el hambre de tu boca"J.F.



Tengo una carta de ocho diamantes rojos. No me gustan los números pares, no existen, siempre sobra algo, siempre falta. Pese a eso, es mi número preferido. No soy una chica rosa, pero sí una chica de ochos. Simple, común, de aquellas que pueden salir y entrar en los lugares sin que las miradas la perturben, sin que al salir resbale alguna por sus caderas.
Alguien ha querido hacerme parte de algo, al menos de un montón de cartas.
Ella pregunta: ¿Y esa carta?
-Es un regalo.
No se regalan cartas. Se regalan flores, libros, cosas. Pero dar cartas es como dar un mapa hacia ninguna parte, hacia todos los lugares posibles. En una carta puede estar la jugada que me hará ganar el partido o puede ser la sentencia de haber perdido todas mis apuestas. Alguien apuesta a que yo sepa descubrir las letras de esa carta. Alguien apuesta a que gane, me gane.
Entonces ¿Qué? Otra ficha colgada entre las fichas de mis afectos infiltrada de letras. A su lado, un alguien dice que los diamantes son peligrosos y que prefiere el hambre. Él sabe, porque las sabe. Delinea sus cinturas y juega con sus flaquitas entre acordes. Yo no sé de música. "Soy una chica de letras"-dice Merlín.
¿Qué hacer con mi carta? Tengo una carta, una llave ¿Tengo? y una vez más no sé las reglas de este tablero.La descuelgo, me descuelgo y por un momento descanso en ese lugar donde no hay preguntas. Tal vez sea sólo eso, una carta con ocho diamantes.
Las piedras preciosas sufren las mismas habilidades que las mujeres, suelen ser peligrosas. La ambición es tan torpe como el intento mismo.