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30 octubre 2005

Explicaciones innecesarias ( sin destinos)

Ella escapa. Se escurre entre los dedos suaves de aquellos que dibujan rayuelas y tiran cartas en la puerta de las noches de su alma.
Abre su paraguas ante de que alguna pupila inquieta la encapsule un instante e intente conquistarla en un murmullo creador. Entonces, habla y habla y nada. Se desdice en las voces de todos, en las voces de sus nadies.
Viaja.
Vuela. En horas vespertinas hacia habitaciones fastidiadas de mujeres, de señoritas bonitas envueltas en historias de sapos y serenatas de fin de siglo.
Un libro se desprende de la pila de diarios. Él promete unas palabras claves de su Historia. Ella espera, siempre espera que lea sus palabritas-remedios para poder dormir tranquila, al menos callada.
Sus otros se desvanecen después de la última instantánea y se hace torpe antes los sentimientos. A veces llueve cansado en sus dedos, a veces llueve cansado en sus palabras. Salpica.
Despierta una partícula de perfume de voz. -----------, tal vez NO.
Y las mañanas son cómplices perversos para aquellos que duermen de noche. Lo envidia, siempre, en todas las vidas. En esta lo descuartiza y duerme con una de sus huellas cada noche. Una, ninguna. Tal vez sea hora de decir la verdad.
Los rastros de sus atajos se fueron temprano y la nota voló detrás de él al cerrar la puerta ¿La llave? Una sola, no hay copias. No perdamos al Tiempo en buscarme, se cierra de adentro.

06 octubre 2005

Sana sana, colita de rana

No sé si tenga la suficiente valentía de sacarme la piel ante vos como para descubrirme.
Gritaría mi miedo si fuese sólo eso y llegara liviana (sin otra razón) a tus acordes de medios días, de alguna mitad.
Lo asumo, soy culpable de sentir, de tener frío, calor, de comportarme (a pesar de tantos intentos-fallidos, de la vida) como un ser humano. Aún siendo lo más sencillo de ellos, tal vez hasta lo más insulso.
Podría escapar dice la Fabi, en unas letrillas robadas de Andrés. “Estoy cansada de pensar…” Yo me canso con facilidad de pensar, y de otras hierbas que invitan a la intriga, me agotan el alma. Fastidia la rutina vertiginosa del arte retaceado.
Pero sigo dando vueltas y más vueltas. Me marean las calesitas, me mareas.
“Los huracanes te tumban”-dice un él.
Me tumbo, me boicoteo. Me mordisqueo las pupilas por no encontrarte.
Paradoja: busco una señal de agua que me inunde.
Uno, dos, tres y empezamos otra vez.
Olvidaba que soy mala para las cuentas, que no se contar. Olvidaba que ya había olvidado los cuentos con príncipes y hadas. Olvidaba que no me olvidaba.
Terrible sensación de no poder desmemorizar las yemas de los dedos, turbias del nombre.

02 octubre 2005

Curitas

Duermo sola. Despierto sola.
Él dice: “Estamos solos antes las grandes decisiones de la vida”.
Sola, solo tal vez no sea una ficha fácil de encontrar.
Un estado, una idea macabra de pensarse sin sangre.
Dejar pasar las horas, los días, el tiempo que no importa, que no es más que un perverso verdugo. Odio este tiempo sin nombres, sin almas.
Y las preguntas caen al vacío de un desinterés acartonado: ¿Dónde voy?, ¿Dónde estoy? ¿Dónde estaré?
Me tocó contar. Ellos se esconden y yo los descubro, les pongo curitas a sus cuerdas vocales, a sus dedillos livianos de ideas. Yo me cuido de ellos, sus curitas no sanan con colas de ranas y otras hierbas.
Entonces, despierto cada mañana acurrucada en una pieza fría casi muerta. Llena de agua, podrida, prestada ni siquiera mía. Agua que se esfuma, que se desangra en cada instante de perdición .
Algunos buscan misiones, yo sólo la salida de emergencia.
También te busco, aunque aun no pueda encontrar tus extremidades, aunque quiera zafarme de ellas.
Uno fichas desperdiciadas por el mundo de los mundos en busca de mi nuevo cosmos y siempre vuelvo mi vista en busca de lo perdido, de esa imagen cristalizada de amor blanco, casi puro. Temo que algún día pueda convertirme en estatua de sal. Entonces, ya no habrá más. El pasado y un presente eterno serán la única ficha de mi cosmos. Ya no habrá más movimientos torpes que distancien cuerpos ni palabras connotativas que jueguen a consolarme de mentiritas con verdades milenarias.

Sanar, alguno de ellos tiene esa ficha escondida en su lengua.